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jueves, 21 de noviembre de 2013

San Martín de Escoto en Llames de Parres


San Martín de Escoto.



Una vez al año en la iglesia de San Martín, en Llames de Parres, se celebra el rito eucarístico que durante siglos albergó diariamente.

La parroquia de Santa María de Viabaño -a la que pertenece Llames- fue muy importante en siglos pasados y tanto el Otero como el Collado de Llames son citados continuamente en la documentación conservada, bien por la administración de justicia o por ser cabecera del concejo, llegando a adquirir tal relevancia que se intentó dividir el concejo en dos administraciones, dependiendo una de ellas de Llames de Parres y la otra de Arriondas.

Todavía a mediados del siglo XIX nuestro concejo tenía más de 7.000 almas, de las cuales 1.118 vivían en la parroquia de Viabaño, mientras Las Arriondas, Castañera y Cuadroveña sumaban en conjunto sólo 410, y decimos almas para citar a todos los pobladores, puesto que llamaban vecinos sólo a los varones cabezas de familia. Todo indica que la iglesia de San Martín de Escoto fue construida con materiales procedentes del monasterio de monjas benedictinas de San Martín de Soto, cuya comunidad fue disuelta por la mitra ovetense debido a la vida relajada y poco edificante a la que llegaron sus moradoras, puesto que el obispo don Gutierre las convocó en San Bartolomé de Nava a finales del siglo XIV, donde acusó a la abadesa y a las dos monjas que constituían la comunidad de graves faltas de indisciplina por no guardar el voto de pobreza ni vestir el hábito monacal, así como por llevar una “lubricam vitam…proles nefandas…” contrarias a la norma de la orden benedictina a la que pertenecían. La abadesa fue enviada a Oviedo y las dos monjas fueron recluidas en el convento naveto, suprimiendo su monasterio de origen. Con el tiempo las monjas regresarían, volviendo a hacerse con el convento y -de nuevo- en la visita del obispo don Guillén (sucesor de don Gutierre), ya en el siglo XV, se encontró con una “grand disoluçion que era a grand peligro de sus animas de ellas e de otros improperios de la religión e regla de Sant Benito las mandó mudar e pasarse al dicho monesterio de Villamayor”, conservando las monjas todos sus derechos sobre los bienes pertenecientes a Soto, con los que habían de mantenerse.

El monasterio de Sta. María de Villamayor acabó de idéntica forma y por parecidos motivos que el de Soto y todas sus monjas fueron trasladadas en 1530 al monasterio de San Pelayo de Oviedo, que ahí sigue con una respetable comunidad de benedictinas. El antiguo dominio monástico de San Martín de Soto pasó a convertirse en el coto de Llames de Parres. Cuando mencionamos el topónimo de Soto de Dueñas venimos en recordar que éstas eran las monjas de la comunidad a la que pertenecían buena parte de los terrenos del lugar y -ya en el siglo XVIII- el coto de Llames debía pagar al monasterio 40 reales de vellón, mientras los de Soto entregaban dos copinos de maíz y otros dos de escanda anuales. Todo el coto podía tener una extensión no lejana a los 900 días de bueyes.

San Martín de Escoto fue iglesia restaurada en 1985 y declarada Bien de Interés Cultural en 1993. Su planta tiene un trazado común a las iglesias románicas rurales y presenta una decoración en la que se aprecia la confluencia de estilos sucesivos. Destaca esta iglesia sobre todas las demás del concejo por su variada decoración. Con portadas del siglo XVI, arcos de medio punto, figuraciones heráldicas, cruz con ángeles, figuras humanas, escudos, tallas, geometrías, puntos, sogas y restos de pinturas que -a buen seguro- hacen de esta iglesia una de las joyas del concejo.Su interior no deja indiferente, con una armadura de madera que cubre la nave central en la que los vecinos trabajaron con entrega para restaurar algo de su pasado esplendor, mientras los nervios de la bóveda se apoyan en ménsulas figuradas con un entrelazado vegetal, un animal y dos toscas cabezas de hombre y de mujer, en las que el licenciado en Historia del Arte y gran estudioso de todo cuanto tiene que ver con nuestro concejo, Alejandro Miyares, cree encontrar semejanza con las de San Salvador de Moro, en Ribadesella. En el lateral en el que se encuentra la capilla de Santa Lucía se aprecia una decoración con temas religiosos de época renacentista, aunque la propia capilla interior pudiera datarse ya en época prerrománica.

Charla antes de la celebración.

El pasado sábado los vecinos celebraron la fiesta en honor al santo que da nombre a la iglesia. Una sencilla misa, seguida de una breve procesión alrededor de esta joya arquitectónica, celebradas a primera hora de la tarde -junto con el típico amagüestu- recordaron los muchos siglos de historia de los que los vecinos de Llames de Parres se sienten orgullosos con toda razón.

Procesión

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