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sábado, 7 de noviembre de 2015

Rituales funerarios en Asturias.


El cemeterio de Arriondas en 1967

Son los primeros días de noviembre fechas apropiadas para hablar de estos temas. Aunque se mantienen a lo largo de nuestra comunidad los rituales, conceptos, prácticas y creencias relativos a la visión que tenemos de la muerte, muchas cosas han comenzado a cambiar en los últimos años. 

Buena parte de la población ha dejado de tener unas firmes creencias religiosas, pero mantienen los rituales religiosos tradicionales; bien es cierto que hay algunos casos en los que esos momentos delicados en la vida de las familias, son despojados de un sentido trascendente y religioso. 

Hasta ahora son casos no significativos, pero la familia del difunto es consecuente con una forma de sentir y no entra en considerar aquello de que “para no ser menos que los demás” sigamos la costumbre. Y, no digamos, si cumplen los deseos del finado, algo que debiera ser poco menos que sagrado pero que -a veces- se manipula en el último momento. Bien es cierto que no han conseguido arraigar en la sociedad prácticas alternativas a los ritos religiosos, al menos de una forma estándar. 

En el pasado y, muy especialmente en las zonas rurales, la muerte de un vecino se vivía como una situación que afectaba a toda la colectividad; eso ha dado paso a un sentimiento más individual, menos social. Hasta no hace tantos años, el no acudir a la casa del finado a dar el pésame era una desconsideración difícil de aceptar y muy mal se llevaba que la familia decidiese no recibir en su domicilio ni a los más cercanos, considerándolo un agravio en toda regla. 

El cementerio de Arriondas en 1967
Hoy se piensa que, para recibir a los muchos que acudan a manifestarles el pésame, lo más normal es llevar al difunto a un tanatorio, más cómodo, moderno, funcional, sencillo y eficaz. Aquellos “velorios” del pasado -de los que tanto se podría escribir- ya sólo quedan en la memoria de nuestros mayores. Las instalaciones de los tanatorios están pensadas para conseguir un ambiente relajado que propicie y arrope la nueva visión que tenemos de la muerte, lejos de aquellos manifiestos sentimientos que más parecían propios de una tragedia griega. 

Del griego sólo nos quedó la palabra tanatorio, pues Tánatos era el dios personificación de la muerte suave, tranquila; era el hermano gemelo de Hipnos, el sueño. Tánatos era la pulsión de la muerte, opuesto a Eros, pulsión de vida. Por cierto que tanatorio es palabra usada mayoritariamente en España, pues en los países latinoamericanos recibe el nombre de casa funeraria o velatorio (como en Argentina llaman cochería a la funeraria, empresa propiamente dicha). 
El cementerio en 1967

Los tanatorios están plenamente integrados en los comportamientos posteriores a la muerte en Asturias, y las empresas que los gestionan son cuidadosas en lograr un ambiente apropiado que arrope esa nueva visión que los tiempos nos han proporcionado para esas horas que siguen a un momento tan emotivo. Es evidente que algunas personas -especialmente las de origen rural- se mostraron un tanto remisas a admitir esta novedad de los tanatorios en el rito del paso definitivo que supone transitar obligatoriamente de la vida a la muerte; era algo así como mostrar una falta de cariño y respeto al ser querido que los dejaba, como si la comodidad de dejar en manos ajenas la organización de este acto les supusiese una mala conciencia. 

Hoy en día ya casi es inconcebible no acudir a estos servicios que ofrecen los tanatorios y las suspicacias -como en tantos otros casos novedosos en la vida- han quedado superadas. Otro tanto diríamos de las incineraciones, actualmente tan aceptadas. Doscientos crematorios en España dan idea de la acogida de este sistema, y el promedio en nuestro país ya es del 35%, aunque hay ciudades donde se alcanza el 65% de cremaciones. Lo que no hace tiempo se consideraba casi un sacrilegio, o algo exótico más propio de países como India, es hoy un hecho incontestable. 

Cambios culturales de mentalidad, razones ecológicas, falta de espacio, crisis económica y otros, nos llevan a esta nueva solución, no ya de futuro, sino de rabiosa actualidad. No son pocas las familias que, llegada la hora de la decisión sobre estos temas, titubean sobre qué hacer, pues aún no hay un patrón fijo de actuación. Si un rito es aquello que se ejerce de forma sistemática, siguiendo unas pautas de orden temporal y duración específica, habrá que esperar a que el tiempo nos las haga ver como tradicionales, estandarizadas y consolidadas.
El cementerio en la actualidad.
Francisco José Rozada Martínez.

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