Poco después de celebrar la Pascua y regalarnos la bendición Urbi et Orbi, el Papa Francisco se ha ido a la casa del padre.
Sus ultimas reflexiones fueron para vivir la esperanza ante la fragilidad desde el resucitado, para con los inmigrantes y los más desfavorecidos.
Recemos por él, por la Iglesia y nuestro mundo.
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