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lunes, 11 de marzo de 2013

Historia de una teja.





foto 1: Teja grabada en 1223


Doce siglos son muchos para un monumento, pero ahí sigue el Monasterio de San Pedro de Villanueva, hoy remozado y rehabilitado como Parador Nacional.

Tal vez este nuevo destino haya evitado una muerte casi segura, salvándolo del imparable deterioro que venía padeciendo desde casi dos siglos atrás.

El monasterio aun sin claustro
Vio otras dos grandes reformas en su historia; una a comienzos del siglo XIII,  y la otra
en el último cuarto del siglo XVII.

En las cubiertas a dos aguas de un edificio los cerramientos del mismo -hacia los que no vierte el agua- acaban en una forma triangular que recibe el nombre de hastial o piñón. Hace tan solo 43 años, al desmontar un piñón y el muro toral de la iglesia del monasterio -agrietado por varias partes- se advirtió que un largo sillar hacía de tapón y simulaba una pared y, al retirar las tejas, apareció una que -a modo de breve testamento y sobre su parte convexa, nos legó los datos que hace casi ochocientos años un cuidadoso monje grabó en su blanda arcilla. 

¿No parece increíble que haya resistido tantos siglos sin haberse deteriorado?

Todo indica que era una costumbre de la época ese sencillo ritual de información, de cara a un futuro desconocido. En la capilla de San Bartolomé, en Las Rozas, también apareció una similar.

Escudos de España y la orden benedictina.

Sobre la teja de Villanueva se grabó exactamente la siguiente inscripción: “Era MCCLXI Abbas RodericuscomsumavitEclesias Santi Petri. MonacusMartinusscripsittella”. Su traducción es: “El año 1261 el Abad Rodrigo terminó las iglesias de San Pedro. El monje Martín escribió la teja”. Una rúbrica y una especie de extraño sello cierran los datos. Véase la foto n.º1.

Debo aclarar que ese año corresponde a la Era Hispánica que regía entonces, y que hoy-para adaptarlo a nuestra vigente Era Cristiana- debemos restarle 38 años, siendo, realmente, el  año 1223. 

En la teja se alude a la terminación de iglesias dedicadas a San Pedro -en plural- lo que hace pensar en otras más, como la de San Pedro de Bode que pertenecía a su influencia. Por esa época  Jovellanos escribió en sus “Diarios” que vio en el Monasterio de Celorio una lápida con la inscripción “Abad Rodrigo”, de 1212. Pudiera ser que el abad de Villanueva lo fuese también de varios otros monasterios.

El monasterio en el siglo XIX

De la reforma del siglo XVII no quedó constancia en una teja -al menos que se sepa-, sino en uno de los sillares de piedra de la entrada principal del monasterio, entre los dos escudos -a la izquierda, según mira el espectador, está el escudo real de España y, a su derecha, el de la Orden Benedictina-; pues sobre los leones del centro es donde aparece el año 1687. Esta fecha y la de la teja son culminantes, o sea que dan constancia del final de la obra. Casi toda la piedra la extraían de la cantera de Las Rozas, puesto que más de una vez se encuentran notas de este tipo: “…aian de hacer los dichos maestros la cal necesaria, y sacar la piedra por su cuenta en calidad suficiente que se halla en el término de Las Rozas, que llaman el peio del agua”.

Sin embargo, sobre los mencionados escudos de los leones, existe una nota que dice: “Pagué 17 reales por el porte de unas piedras de grano que traxeron de Corao para los escudos y los cuatro leones, y el San Pedro de la portería, y tres sobrepuertas para balcones”. Y-en otro documento-: “Pagué a Pedro Pumarexo 301 reales por los esquinales, impostas y cornisas que labró para la torre…ítem pagué almismo 345 reales y quartillo, y de ellos los 255 fueron por los cuatro leones y armas de la religión y el San Pedro que están en la portería, y los 95 y quartillo restantes…en desfardar y asentar los escudos y leones, limpiar el escudo viexo…”

Como dejó escrito don José Tomás Díaz-Caneja-cura que estudió a fondo la documentación existente sobre este monasterio y en el que nos basamos para este artículo-, en Villanueva hubo dos importantes y beneficiosas reformas, una a principios del siglo XIII que trajo el buen románico de la iglesia, y la otra al final del siglo XVII.


Absides románicos.



Francisco José Rozada Martínez. 
Cronista oficial de Parres
 Extraido de El Comercio (Ed. Oriente) del 3-3-2013


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