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viernes, 18 de septiembre de 2009

Hoja Parroquial de Septiembre

Pasados julio y agosto, tiempo de descanso para muchos, de cambio de actividades para otros, de acogida de familiares y amigos, llegamos a septiembre. En que la vida se normaliza, en horarios y actividades.

Los mas pequeños y jóvenes a los centros escolares, los demás al trabajo de cada día.
También las parroquias, pasadas la fiestas patronales, en la mayoría de ellas ya se celebraron, vuelven a sus actividades.

Las actividades mas habituales, catequesis, caritas, formación, consejo pastoral…..
Este año a causa del incendio ocasionado en la iglesia parroquial de Arriondas, retrasaremos un poco las actividades, pues los locales parroquiales los estamos utilizando para el culto diario.
Esperamos que a principio de octubre ya estén las obras finalizadas.
En este mes de septiembre conviene ir anotándose para las diferentes actividades.
Catequesis: Las personas que se quieran unirse al grupo de catequistas
Cáritas: las personas que quieran unirse a este grupo pueden hacerlo.
Misiones y manos unidas: grupo nuevo, también es la ocasión de animarse.
Formación: Liturgia, Biblia, Historia de la Iglesia,
Formación y oración con la hermana nazarena
Este año iniciaremos el camino pastoral con la constitución de un consejo pastoral parroquial.

Con bien sabéis estamos sin obispo, por eso las actividades sinodales están paralizadas, en espera de que venga pronto nuevo pastor y reanude el camino sinodal.


Resta animaros, y animarnos, para que este nuevo curso que el SeñorPone en tus manos y nuestras manos, de frutos abundantes en la Iglesia que peregrina en estas tierras.

El pesimismo contagioso

El católico en la actualidad tiene que luchar contra la plaga de una lectura sesgada y negativa del ser y quehacer de la Iglesia. Ello produce pesimismo y desánimo en muchos espíritus acerca del futuro de la fe cristiana enEspaña y en el entorno cultural europeo. Abundan los «profetas decalamidades» que, bajo un barniz de intelectualidad, citan estudios sociológicos, espléndidamente subvencionados y fuertemente manipulados, para poner en evidencia lo mal que les va a los católicos en la modernidad. Por supuesto, esos mismos concienzudos y costosos informes no se hacen tanto de otras confesiones cristianas, ni de otras religiones, ni de otros grupos sociales o políticos y, en el caso que se hagan, no se les da la publicidadde la que gozan los que se refieren a la Iglesia católica.

Raro es el informativo de cualquier medio que abre su primera página con una noticia positiva de la Iglesia o de los católicos, que hay muchas y muy buenas. Lo corriente es poner el énfasis en las escandalosas o en la ridiculización de determinados mensajes y personas. Esto es sencillamente desinformación, orientada a potenciar la desmoralización en las filas de los cristianos católicos. Es patente la intención de difundir la idea de que laIglesia tiene «los días contados», que es una «reliquia ideológica delpasado» y que, además, son incompatibles democracia con cristianismo.

El demócrata de moda ha de ser relativista en lo religioso y en lo moral y, por supuesto, crítico con la doctrina y la jerarquía de la Iglesia. Se olvida o calla que los principios que rigen la vida democrática han nacidodel cristianismo, y que quienes los defienden son hijos de la tradición y dela cultura cristiana. Se silencia la labor social de la Iglesia, que actúasobre los más desfavorecidos, sobre los que nadie quiere o sobre los que yano interesan desde el punto de vista económico.

Para algunos poderes, y España no es una excepción, la democracia seráadulta cuando el catolicismo pierda su implantación sociológica porque asílo exige su «ingeniería social» por encima de la realidad ciudadana. Detráshay enmascarados nacional-laicismos, totalitarios y nihilistas.

Nada de esto es nuevo; ya lo vimos en tiempo de la Ilustración cuandoVoltaire dijo: «Por fin se ha acabado esta antigua Iglesia, vive lahumanidad». Y ¿qué sucedió, en cambio? Pues como dice el Papa Ratzinger, laIglesia se renovó y en el siglo XIX florecieron grandes santos, hubo unanueva vitalidad misionera, docente y caritativa con nuevas congregacionesreligiosas. Lo mismo sucedió en el siglo pasado. Hitler dijo en ciertaocasión: «La Providencia me ha llamado a mí, un católico, para acabar con elcatolicismo. Sólo un católico puede destruir el catolicismo».

Igualmente la gran corriente marxista estaba segura de realizar la revisióncientífica del mundo y de abrir las puertas del futuro: «La Iglesia estállamada a su fin, está acabada». Son muchos los que han vaticinado el finaldel cristianismo: ellos han desaparecido y la Iglesia sigue peregrinando«entre las persecuciones de este mundo y las consolaciones de Dios» (sanAgustín). Pero «ésta es la fuerza victoriosa que ha vencido al mundo:nuestra fe» (1Jn 4,4-5). Es la vida de Cristo la que vence en su Iglesia.Ella está viva entre nosotros y, en medio de las crisis resurge con nuevajuventud y lozanía. No hay que desanimarse, sino mostrar la alegría de sercatólico en tiempos de inclemencia. Es urgente recobrar la confianza en lacapacidad de la fe para incidir positivamente en la configuración de unanueva cultura. Debemos aprender a no tener miedo, recuperando un espíritu deesperanza y confianza en el Señor que va por delante de nosotros y nos dice:¡Ánimo, que yo estaré con vosotros hasta el final de los siglos!