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miércoles, 8 de abril de 2020

Martes Santo, Misa Crismal.

LA MISA CRISMAL SE CELEBRA EN NUESTRA DIÓCESIS EL MARTES SANTO



LA MISA CRISMAL

La Misa crismal, que el obispo celebra con su presbiterio (con los sacerdotes de su diócesis), y dentro de la cual consagra el Santo Crisma y bendice los demás óleos, es como una manifestación de comunión de los presbíteros (sacerdotes) con el propio obispo (cf OGMR, 203). Con el Santo Crisma consagrado por el obispo se ungen los recién bautizados, los confirmados son sellados, y se ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia y los altares en su dedicación. Con el óleo de los catecúmenos, estos se preparan y disponen al Bautismo. Con el óleo de los enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad.
Normalmente la Misa crismal se celebra el Jueves Santo siempre antes del Triduo Pascual. El Jueves Santo sólo se permiten celebrar la Misa crismal y la Misa verpertina de la Cena del Señor. Por razones pastorales de peso la celebración de la Misa crismal se puede adelantar a otro día de la propia Semana Santa.
La palabra “crisma” es griega y denomina un ungüento aromático, mezcla de aceite y bálsamo oloroso, con el que se unge o se da masaje. Viene del verbo “chrío”, ungir, que ha dado origen al término “Christós”, el Ungido, equivalente a “Mesías” en hebreo (“Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder”; Hch 10, 38), y por derivación al de “cristianos”, ungidos, pertenecientes al Ungido.
De las varias unciones sacramentales de nuestra liturgia, algunas se hacen precisamente con crisma:
– En el Bautismo, después del baño en agua, se realiza la unción postbautismal con el crisma en la coronilla del bautizado, significando su incorporación al sacerdocio de Cristo (mientras que la unción prebautismal se hace con óleo de catecúmenos).
– En la Confirmación la crismación en la frente es el gesto sacramental central, para significar la donación del Espíritu como fuerza para dar testimonio de Cristo en la vida; en Oriente este sacramento se llama “Crismación”, por la unción central hecha con el crisma o “myron”.
– En la ordenación de presbíteros y de Obispos se utiliza el crisma, en las palmas de las manos para los primeros, y sobre la cabeza para los segundos.
– Y finalmente se realizan con el crisma las varias unciones de las paredes y los altares en el Ritual de la dedicación de Iglesias.
Todas estas crismaciones tienen su punto de referencia en la Misa Crismal del Jueves Santo por la mañana (u otro día más oportuno inmediatamente antes del Triduo Pascual). En esta misa el Obispo, rodeado de su prebisterio y de su pueblo, consagra el santo crisma y bendice los demás óleos, que luego serán para toda la diócesis materia de los varios sacramentos. En las oraciones de la Misa Crismal es donde mejor se describe la intención sacramental del crisma. El Obispo pide a Dios que los bendiga y los consagre y así “infundas en él la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y mártires”: la fuerza y la vida del Espíritu, que penetra en el cristiano con la misma suavidad y efectos benéficos con que lo hace el ungüento del crisma.
En la celebración de la Misa Crismal se pone también de relieve la unidad eclesial en torno al Obispo y el origen pascual de todos los sacramentos, y la renovación de las promesas sacerdotales.
Otros términos relacionados son el de crismera, recipiente o ampolla donde se guardan los santos óleos, tanto el crisma como el óleo de catecúmenos o el de enfermos. Y el crismón, especie de antiquísimo logotipo cristiano formado con letras que para nosotros representan la X y la P mayúsculas juntadas, XP, y que en griego corresponden a la “chi” y la “rho”, la “j (=ch)” y la “r”, primeras letras de “Chr (istós)”, y por tanto, monograma de Cristo.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS SACERDOTALES.

Obispo:
Hijos amadísimos: En esta conmemoración anual del día en que Cristo confirió su sacerdocio a los apóstoles y a nosotros, ¿queréis renovar las promesas que hicisteis un día ante vuestro obispo y ante el pueblo santo de Dios?

Los presbíteros, conjuntamente, responden a la vez:

Sí, quiero.
Obispo:

¿Queréis uniros más fuertemente a Cristo y configuraros con él, renunciando a vosotros mismos y reafirmando la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptasteis gozosos el día de vuestra ordenación para el servicio de la Iglesia?
Presbíteros:

Sí, quiero.

Obispo:
¿Deseáis permanecer como fieles dispensadores de los misterios de Dios en la celebración eucarística y en las demás acciones litúrgicas, y desempeñar fielmente el ministerio de la predicación como seguidores de Cristo, cabeza y pastor, sin pretender los bienes temporales, sino movidos únicamente por el celo de las almas?

Presbíteros:

Sí, quiero.

Seguidamente, dirigiéndose al pueblo, el obispo prosigue:
Y ahora vosotros, hijos muy queridos, orad por vuestros presbíteros, para que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus bendiciones; que sean ministros fieles de Cristo Sumo Sacerdote, y os conduzcan a él, única fuente de salvación.

Pueblo:

Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo:
Y rezad también por mí, para que sea fiel al ministerio apostólico confiado a mi humilde persona y sea imagen, cada vez más viva y perfecta, de Cristo sacerdote, buen pastor, maestro y siervo de todos.

Pueblo:
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo:
El Señor nos guarde en su caridad y nos conduzca a todos, pastores y grey, a la vida eterna.

Todos:
Amén.
 

PREFACIO PROPIO

El Señor esté con vosotros. R/.

V/.   Levantemos el corazón. R/.

V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Que constituiste a tu Unigénito
pontífice de la alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

Él no solo confiere el honor del sacerdocio real
a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de las manos,
participen de su sagrada misión.

Ellos renuevan en nombre de Cristo
el sacrificio de la redención,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
preceden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.

Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti
y por la salvación de los hermanos,
van configurándose a Cristo,
y han de darte testimonio constante de fidelidad y amor.

Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.


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