San Andrés de Pendás. |
San Andrés, al que llamaban Protocletos (“el primer llamado”), por ser el primer discípulo elegido por
Jesús, tuvo en nuestro Concejo de Parres -aneja a la Parroquia de Pendás- una
capilla bajo su advocación, compartida con San Emeterio. En 1665 aparece datada
la misma en el libro de fábrica que se conserva. Esta capilla se mantuvo en pie
hasta septiembre de 1937 y celebraba sus fiestas en memoria de ambos santos:
Emeterio, el 3 de marzo y Andrés, el 30 de noviembre, con feria de ganados
incluida en ésta última. El libro antes citado se inicia con el acta que dice: “En doce días del mes de enero de mil
seiscientos y sesenta y cinco años, se juntaron los vecinos de esta feligresía
de Pendás y con asistencia de mí, Arcipreste, para tomar las cuentas a Toribio
Merino, Mayordomo que fue de los gloriosos santos San Andrés y Santo Medero el
año pasado de mil seiscientos y sesenta y cuatro, y para nombrar este
año…Mayordomo de dicha ermita, para lo cual nombraron a Cosme de Caldevilla,
vecino de dicho lugar, y se firmó dicho día, mes y año arriba indicado.
Firmado: Francisco Blanco de la Portilla”.
En
las cuentas de ese año las limosnas para ambos santos ya fueron dispares,
puesto que para San Emeterio (Santo Medero o Santu Medé) se recaudaron 58 reales y 28 para San Andrés. Otros 5,5
Rls. de la renta de la ermita se pagaron
a Domingo Miyar; y es que el ermitaño que cuidaba de la capilla tenía su
casa próxima, la cual denominaban algunas veces como “casa de novenas”; tal vez
pudiera ésta estar unida a la capilla, o exenta pero muy próxima.
Diego
de la Canesa, Arcediano de Villaviciosa,
pasó la primera visita registrada en
1665 y comprobó todas las cuentas de la ermita. Cada año se cambiaba de
mayordomo y, trece años después, los fondos ya eran de 400 reales. Curioso es
que el mayordomo de 1699 se llamase Medero, como uno de los santos titulares de
la capilla. La ermita proporcionaba buenos ingresos, puesto que con parte de
sus fondos se arregló la campana de la iglesia de Pendás en 1705. Algunas veces
se cita a Santo Medero con su compañero de martirio San Celedonio (o Celedón).
En 1723 se advierte a un vecino -dueño de unos castaños próximos a la ermita-
para que los podase, puesto que caían las hojas y los erizos sobre el tejado de
la misma.
Los
parroquianos estuvieron a punto de levantar una nueva capilla, por el mal
estado de la que tenían, pero, al final, desistieron de la idea.
En
1730, la limosna del día de la misa de san Emeterio fue de 39,31 reales, y la
de Andrés de sólo 5 Rls. En 1759, el 3 de marzo, hubo una misa cantada y tres
rezadas, por las que abonaron 22 Rls.
Debe
destacarse que, a veces, se cita al lugar como San Andrés de Valdevera. Ya en
1777 –el año del incendio de todo lo que había en el interior de la cueva de
Covadonga-, el visitador Licenciado don Agustín Atocha, hace notar en el acta
de su revisión que compren una campana para colocar en la espadaña o nicho que
para ella tiene este “Herremitorio” y que, acaso, nunca la hubo por incuria de
sus párrocos, a pesar del número de devotos y de la cantidad de limosnas. Les
hace notar que en la villa de Bilbao hay campanas de distinto peso, cuya compra
puede ser más beneficiosa que si se manda construir nueva en el “Pays”.
San Andrés por El Greco. (Museo de Bellas Artes de Asturias) |
En
1782 se hace notar que se debe comprar un libro nuevo, pues le quedaban pocas
hojas al que hoy -230 años después-, hemos manejado para escribir estas líneas.
En el año 1688 concluye el Libro de Fábrica de esta ermita.
Casi
dos siglos después –en 1880-, ya en los libros de la Parroquia de Santiago de
Pendás, se hace referencia a la ermita al comprar teja para las capillas del
Ángel y San Andrés. ¿Qué fue de San Emeterio? No sabemos el porqué de su
“desaparición” de la preeminente devoción de sus parroquianos.
Hace ahora cien años se pagaron 4 pesetas
y 25 céntimos para el arreglo del tejado de la capilla, la cual quedó destruida
en 1937. Actualmente no queda nada de la misma, sólo la maleza que cubre el
solar que ocupaban tanto ella como la casa del mayordomo que la custodiaba. Al
menos al lugar le ha quedado el topónimo de San Andrés.
Sea
éste un recuerdo de aquellos siglos en los que -cada 30 de noviembre- los
devotos acudían a este lugar -tan cercano a la villa de Arriondas- para honrar
al santo, muerto -según la tradición- en una cruz en forma de aspa, tal vez para
memorizar la crucifixión de su hermano, Simón Pedro.
Francisco
José Rozada Martínez
Cronista oficial de Parres
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