Santa Lucía Arriondas. |
Nacida en Siracusa de Sicilia sobre el siglo IV, fue acusada de ser cristiana en tiempos del emperador Diocleciano y -deseando consagrar su vida a Dios-, una piadosa leyenda dice que ella misma se sacó los ojos y se los presentó en una bandeja a su pretendiente pagano, por ser lo que más le gustaba de su persona. Bien es cierto que en la catedral siracusana se insiste en que Lucía murió decapitada y no al perder sus ojos. Por cierto que Caravaggio pintó un cuadro de la Santa, en la misma Siracusa, y en él aparecía con la cabeza separada del cuerpo. El efecto que produjo fue tan impactante que el mismo pintor vio la necesidad de retocar el cuadro, dejando sólo una especie de corte en la garganta. El nombre de Lucía contiene la alusión a la Luz de Cristo. Patrona de los ciegos y de cuantos tienen alguna relación con la oftalmología, su fiesta es muy celebrada en Suecia donde a las niñas se les pone un largo vestido blanco y se les coloca sobre sus cabezas una corona con siete velas, como símbolo de la luz. Ese día comienza oficialmente la Navidad en los países escandinavos.
A
la imagen de esta Santa se la suele representar con la palma del
martirio en una mano y una bandeja con los ojos en la otra (aunque en su
imagen también aparece con ellos). La de Arriondas fue adquirida en
1943 y le costó a su donante 809 pesetas.
Sigue siendo habitual escuchar el refrán
“por santa Lucía mengua la noche y crece el día”, nada más lejos de la verdad.
Todos sabemos que el solsticio de invierno en nuestro hemisferio Norte es el
día 21 ó 22 de diciembre, lo que quiere decir que uno de esos días -y los cinco
o seis siguientes- son los más cortos del año y, por consiguiente, sus noches
son las más largas.
¿Por
qué el citado refrán sigue en la mente colectiva? Fácil de explicar.
Durante la Edad Media -antes de reformarse el calendario Juliano- la
fiesta de Santa Lucía era el día 23 de diciembre; con la reforma de 1582
esta fiesta pasó a celebrarse diez días antes. Así podemos afirmar que
hasta hace 430 años sí comenzaban a menguar las noches y a crecer los
días más o menos a partir de Santa Lucía; pero creer que eso ocurre
ahora -cada 13 de diciembre- es un error que ya no se puede seguir
divulgando. Por otra parte, puede contribuir a esta confusión el que la
gente aprecie que a partir del día 13 sí crecen las tardes, lo cual es
cierto, pero aún menguan más las mañanas; lo que hace que -en el cómputo
total- los días sigan menguando. Entre el 13 y el 21 las tardes crecen
dos minutos, pero las mañanas menguan cinco.
Santa Lucía (detalle) |
Ítem
más: entre el día 21 de diciembre y el 9 de enero, las tardes habrán
crecido quince minutos, pero las mañanas aún menguaron cuatro. Ciencia
astronómica pura e irrebatible es que las mañanas no comenzarán a crecer
hasta el 10 de enero. Es indubitable que los días ni crecen ni menguan
entre el 20 y el 26 de diciembre, no empezando a crecer realmente hasta
el día 27. Por lo tanto olvidémonos de una vez del refrán que dice: “Por
santa Lucía mengua la noche y crece el día y por navidad cualquier
burro lo verá”. Si algún lector se queda con dudas sobre las
afirmaciones anteriores, puede consultar los datos en el Observatorio Astronómico Nacional.
D. Francisco José Rozada Martínez.
Cronista oficial de Parres.
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